Colegiada nº: CL05441

El miedo al cambio: ¿Por qué nos cuesta tanto salir de la zona de confort?

Hoy quiero hablarte de algo que todos hemos sentido en algún momento: el miedo al cambio.

Esa sensación de vértigo cuando nos enfrentamos a lo desconocido, cuando nos planteamos dejar un trabajo que no nos hace felices, empezar una nueva relación o tomar una decisión que nos saca de nuestra rutina.

Y es curioso, porque muchas veces sabemos que el cambio es necesario, incluso que nos vendría bien, pero algo dentro de nosotros nos frena. ¿Por qué nos cuesta tanto dar el paso?

Para entenderlo, hay que conocer un poco cómo funciona nuestro cerebro. A lo largo de la historia, la mente humana ha evolucionado para priorizar la supervivencia por encima de todo. Nuestros antepasados vivían en un entorno lleno de peligros, donde cualquier cosa nueva podía significar una amenaza. Un camino desconocido podía llevar a un depredador, un alimento nuevo podía ser venenoso.

Así que nuestro cerebro aprendió a asociar lo conocido con la seguridad y lo desconocido con el peligro. Aunque hoy en día no vivimos en la selva huyendo de leones, seguimos teniendo ese mecanismo de defensa.

Cuando nos enfrentamos a un cambio, la amígdala —esa parte del cerebro encargada de procesar el miedo— se activa y dispara señales de alerta. Se produce cortisol, la hormona del estrés, y de repente nos sentimos inseguros, ansiosos, con ganas de quedarnos donde estamos.

Porque aunque nuestra situación actual no sea perfecta, al menos es predecible. Nos hemos acostumbrado a ella y, en cierto modo, nos resulta cómoda.

Pero, ¿qué podemos hacer para que el miedo no nos paralice? La clave no está en eliminar el miedo, sino en aprender a gestionarlo. Primero, hay que cambiar la manera en que vemos el cambio. En lugar de pensar en lo que podríamos perder, es más útil centrarnos en lo que podríamos ganar.

Una buena técnica es preguntarnos: “¿Qué es lo peor que podría pasar?” y luego: “¿Qué es lo mejor que podría pasar?”. La mayoría de las veces, nos daremos cuenta de que el peor escenario no es tan terrible, mientras que las posibilidades positivas pueden ser enormes.

Otra estrategia es dar pequeños pasos en lugar de hacer cambios bruscos. El cerebro tolera mejor los cambios progresivos, porque así tiene tiempo de adaptarse. Si estás pensando en cambiar de trabajo, en lugar de renunciar de golpe, quizás puedas empezar a formarte en un área nueva o explorar oportunidades poco a poco.

Si quieres mejorar tu estilo de vida, no tienes que transformar tus hábitos de la noche a la mañana; basta con hacer un pequeño ajuste cada día.

También ayuda mucho visualizar el cambio de forma positiva. Nuestro cerebro no distingue bien entre lo que imaginamos y lo que vivimos, así que si te tomas un momento para imaginarte en esa nueva situación, sintiéndote bien y con confianza, estarás entrenando a tu mente para aceptar la nueva realidad con menos resistencia.

Y por supuesto, el entorno juega un papel fundamental. Si te rodeas de personas que ya han pasado por cambios similares y han salido fortalecidas, será más fácil convencerte de que tú también puedes hacerlo.

A veces, solo necesitamos ver que alguien más lo ha logrado para darnos cuenta de que no es imposible.

Por último, una estrategia poderosa es recordar situaciones del pasado en las que ya superaste un cambio difícil. Seguro que en algún momento te enfrentaste a algo que te daba miedo y, sin embargo, lo lograste. Pensar en esos momentos refuerza la idea de que eres capaz de adaptarte, incluso cuando crees que no lo eres.

Y si aún así, sigo teniendo miedo: ¿Qué hago? Muy sencillo: atravesarlo. Porque la mayoría de las veces el miedo es humo, y si uno sopla, se disipa. Y porque no pasa nada por hacer ciertas cosas con miedo: a veces ésta es la única manera que tenemos de alcanzar algo.

Lo que quiero decir es que en ocasiones lo que tenemos que hacer es sostener el miedo mientras damos pasitos hacia adelante y no por hacerlo con miedo significa que lo estamos haciendo mal. Un

cirujano principiante seguro que tiene mucho miedo poco antes de una operación y seguro que hasta el más experimentado sigue teniendo algo de miedo cuando se enfrenta a un caso complicado.

El miedo al cambio es normal, y en cierto modo, hasta saludable, porque nos obliga a reflexionar antes de tomar decisiones importantes. Pero no puede ser un freno que nos impida crecer. Lo desconocido da miedo, sí, pero también es donde se encuentran las oportunidades.

Así que si en este momento estás dudando si dar ese paso que sabes que necesitas… quizás hoy sea un buen día para empezar.

Últimas entradas del blog