Muchas personas no saben si la tristeza que están sintiendo se puede considerar dentro de “lo normal” o, por lo contrario, necesita de una atención más profesional o incluso de medicación. Esta situación es lo que me lleva a hablar entre la tristeza “común” y la depresión.
La tristeza en una emoción universal que experimentamos todos los seres humanos en mayor o mayor medida según las circunstancias de cada uno a lo largo de nuestra vida.
Se manifiesta en todas las etapas de nuestra existencia con distinta presencia e intensidad en función de la causa que la genere, de lo que suponga para nosotros y de la capacidad que tengamos para afrontar dicha circunstancia:
- La causa que genere la tristeza: no puede crear la misma tristeza una circunstancia trágica que cambia el devenir de una persona que el hecho de que se ponga a llover al salir de la peluquería. Eso sí, no todos tenemos por qué sentir la misma tristeza ante circunstancias iguales. No somos robots.
- Qué supone para nosotros la causa que genera la tristeza: que mi pareja decida romper la relación conmigo me va a generar tristeza, pero si la ruptura me ayuda a dar el paso de irme a vivir al extranjero, que es algo que me apetecía hace mucho tiempo, y además descubro que me encanta vivir solo/a, puede que me sienta menos triste que si consideraba a mi pareja el amor de mi vida y pienso que jamás encontraré a nadie así.
- De la capacidad que tengamos para afrontar la circunstancia que provocó la tristeza: si soy capaz de darme cuenta de que una ruptura es la oportunidad de un cambio a mejor en vez de pensar que jamás saldré de ese pozo de aflicción, la tristeza tendrá un recorrido e intensidad menor.
LA TRISTEZA COMO PATOLOGÍA
La tristeza se vuelve patológica cuando es incapacitante, es decir, cuando nos impide realizar actividades necesarias en nuestro día a día por un periodo de tiempo superior al esperable. A partir de esta última afirmación, surgen varias preguntas:
- ¿Qué actividades se consideran necesarias?
- ¿Cuánto se supone que hay que estar triste para considerar que se tiene depresión?
- ¿Y si no me impide realizar actividades, pero sí disfrutarlas?
Debido a la subjetividad que rodea a la tristeza, el DSM (guía ampliamente utilizada en todo el mundo para el diagnóstico de los trastornos de salud mental) decidió acotar con criterios muy específicos cuándo se debe considerar la tristeza como depresión.
Estos criterios se basan en factores como la durabilidad de la tristeza, la prevalencia a lo largo del día, la presencia o no de sintomatología comórbida como el insomnio, la pérdida de peso, etc. Básicamente, lo que buscaba el DSM era objetivar y poner fronteras a la enfermedad de la depresión.
VALE, ENTONCES, ¿ESTOY TRISTE O TENGO DEPRESIÓN?
Varios problemas han surgido a partir de tener la enfermedad de la depresión tan categorizada: si para que lo que me ocurre se considere depresión tiene que durar dos semanas de manera continuada y yo tuve una semana mala, dos días buenos y otra semana mala, cumpliendo el resto de síntomas: ¿tengo o no tengo depresión?.
Pues bien, bajo la mirada rígida del DSM, no habría depresión puesto que uno de los criterios inamovibles como son la presencia de la tristeza no se ha cumplido.
¿Pero entonces tengo sólo tristeza? Pues puede que tampoco, porque, aunque tus síntomas no cumplan con lo que dice el DSM, no podemos olvidarnos de que son criterios muy rígidos concretados por un grupo de personas que decidieron lo que iba a ser la depresión bajo su visión y percepción del trastorno, como se podía haber decidido de otra manera si en vez de esas personas, hubieran estado otras.
CONCLUSIONES SOBRE LA TRISTEZA Y LA DEPRESIÓN
Lo que quiero hacer ver con estos ejemplos es la importancia de la subjetividad en las dolencias mentales humanas y la necesidad de relativizar en torno a etiquetas y diagnósticos que a veces sólo sirven para estresarnos sobre si tenemos enfermedades o dejamos de tener.
La depresión es, pues, un grado alto de tristeza que hace sufrir a la persona y que se debe de tratar con el mismo respeto que la tristeza acusada por otra persona con menor intensidad, duración o frecuencia.
Si todavía te preguntas ¿estoy triste o tengo depresión?. Si crees que tu tristeza te incapacita para ser feliz o para avanzar en un terreno fundamental para ti como el laboral o el sentimental, no dudes en ponerte en contacto conmigo, y juntos valoraremos si realmente necesitas o no mi ayuda.
Recuerda que la primera sesión es gratuita y sirve para esto mismo: una valoración de tu caso (y tu subjetividad) y la aclaración de cualquier duda que tengas acerca de la terapia.